Ver a la doncella contra el muro acorralada, y arrojarme lanza en ristre en el rescate de su honra, fue todo uno; pero menos que uno fue el giro que dio la doncella, tomando mi lanza con sus manos y lanzándome de cabeza contra la fría piedra del muro. Sólo quisiera agregar, señor comisario destas malaventuradas tierras, que he perdido montura y escudero, pues Sancho me ha dicho que se iba a carretear con unos estudiantes, mas no dijo dónde; y es seguro que ese tunante ha ocupado a mi Rocinante para tirar de esa carreta.
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