Entro todos los días cuando todavía no hay sol. Salgo todos los días cuando el sol ya no se ve (excepto los sábados que salgo a media tarde y los domingos, porque no estoy). Sé que trabajo de día, porque cuando no estoy trabajando, es de noche. Abro todo el día ventanas y más ventanas, pero frente al monitor: la luz no entra por ninguna parte. A veces me zumba la cabeza con tanto silencio, y chasqueo la lengua en secreto, para no sentir que soy un fantasma. He leído las carátulas de tantos libros, que no podría nombrar uno solo sin temor a equivocarme. No soy tan joven como antes: temo cada día un poco más a las enciclopedias de dimensiones desmedidas y a los códigos o diccionarios con densidades y pesos fuera de regla. Las películas en cambio, me gustan mucho más. Son livianas y fáciles de apilar. Algunas tienen colores y dibujos en las portadas, otras tienen títulos graciosos que me hacen sonreír mientras las ordeno. De esas me acuerdo durante las noches, en las que, para poder dormir, chasqueo la lengua en secreto.
Silencio
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Se saludan los cuentos de biblioteca! Algo tiene este cuento de similar a los ganadores y al mío: aprovecha el espacio y el sonido del vacío...
ResponderEliminar¿Será que la experiencia de biblioteca es eso? ¿vacío?
Un abrazo
Andrés, muy buenos tus relatos. Oye, me podrías contactar?, es sobre un libro, luego te cuento más detalles. Escríbeme a cguerrab@gmail.com
ResponderEliminarsaludos
Cristián Guerra B.
La vida de todos y cada uno puede ser una novela, aunque la mayoría, como dice Pessoa, sería una novela sin acontecimientos, y sin embargo, con todo el desasosiego del mundo.
ResponderEliminarCreo ya haberlo dicho: también me gustan tu prosa y tus historias.
Saludos.-