Me levanté hoy como siempre, pero algo cambió mientras
avanzaba el día, me duché con una tranquilidad inusual, me vestí contento de
vestirme, desayuné agradeciendo a la palta su paltez, a la miel su abejidad y
al quesillo su lactosa. Salí pedaleando feliz y sereno, tomé la ciclovía y al
enfrentar el ascenso los rayos del sol acariciaron mis pupilas mientras
escapaban de la cordillera. En el semáforo, lento, intemporal, un cabello ajeno
flotó frente a mí, lanzando relumbros y destellos de alegría, chispas al
amanecer. Es mi primer día de casado y la luz se pone verde.
felicitaciones las peras!!!! un abrazo grande...
ResponderEliminarbueníssimo Felicitaciones un beso
ResponderEliminarHace como un siglo leí este texto y dejé un comentario que nunca llegó a destino. No recuerdo lo que escribí aquella vez, pero seguro hablaba de lo bonito del texto (así, a modo de crítica poco académica)... hoy he regresado, de puro vago y me sigue pareciendo bonito... Deberías publicar otro poquito.
ResponderEliminarmuchas gracias por tus comentarios (y a los anónimos también). Hace mucho que no paseaba por bloglandia, y tienes razón: voy a intentar se un poco más constante. Gracias de nuevo, saludos!
ResponderEliminar